La cadena alimenticia es un hecho biológico que alcanza a todos los seres vivos del planeta, incluido el ser humano. Tradicionalmente, se ha clasificado al máximo homínido en los últimos niveles tróficos porque puede nutrirse de todos los demás órdenes.
También es sabido que el ser humano impacta al equilibrio de las cadenas alimentarias a causa de su número. No obstante, el papel del ser humano es más complejo que tales concepciones.
Cómo es la cadena alimenticia del ser humano
Como ya se mencionó, el ser humano puede situarse en el extremo final de los consumidores porque podría alimentarse de grandes herbívoros como las vacas o de tiburones, si fuera necesario.
Está afirmación final es la que pone en tela de juicio el nivel trófico de la especie humana. Si bien es cierto que el hombre es omnívoro, no se alimenta de todo.
La dieta humana está compuesta por una enorme cantidad de cereales, frutas y vegetales, lo que encaja con la conducta de un consumidor primario. Al mismo tiempo, el hombre complementa su alimentación con carnes rojas y blancas provenientes de consumidores de primer orden. ¿En dónde ubicar al ser humano?
Recientemente (2012), el instituto francés agropecuario Ifremer llegó a la conclusión de que el ser humano no es un supercarnívoro de quinto o sexto orden como los osos polares, sino un consumidor secundario, lo cual lo posiciona al lado de animales como los cerdos o las anchoas. Sin embargo, este descubrimiento no impide que la huella humana en el ecosistema sea devastadora.
Se sabe que 23,8% de la energía producida por la fotosíntesis es consumida por el ser humano, hecho que aniquila a otras especies y aumenta la desertificación del planeta.
En definitiva, el papel del ser humano dentro de la cadena alimenticia es superior a otras especies ya que se trata de un superconsumidor de energía para los ecosistemas.
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